viernes, 11 de julio de 2014

SUPERAR IMPEDIMENTOS PARA UN DESARROLLO PLENO

HABLANDO EN CONFIANZA
Temporada 2013/2014
PROGRAMA 18

Las dificultades en la vida ¿siempre resultan un impedimento?
El sendero que utilizamos para caminar por la vida, no siempre resulta sencillo. Sabemos incluso que aunque haya momentos en los que la senda es recta y libre de impedimentos, el camino puede continuar siendo ciertamente tortuoso... y es que puede dar la sensación de que cuando aparentemente no tenemos problema alguno, los buscamos a modo de aliciente, de lucha que dote de sentido a nuestra existencia.
El motivo para esto no es otro que el hecho de que nos suelen gustar los retos, no tener la sensación de que nuestra vida es sencilla, ni que ya tenemos todo hecho de antemano. De esta forma, cuando salvamos un obstáculo, lo tomamos como forma de superación personal: nadie nos regala nada, sino que ha sido fruto del propio esfuerzo.

Impedimentos sociales
Cuando hablamos de que somos seres sociales por naturaleza, desde luego hemos de entender en primera instancia que el motivo no es otro que la tendencia a la supervivencia. El apoyo de las demás personas es fundamental, aunque obviamente no nos sirve el apoyo de "cualquiera".
No tiene el mismo peso el apoyo recibido por alguien de la familia, por ejemplo, que el de un desconocido con el que no nos une vinculación emocional alguna.
Y es que necesitamos un impulso, un apoyo... a modo de trampolín. Eso se obtiene a través de una red de apoyo social que nos conozca y apoye de manera especial en aquello que se desea emprender. No es una condición absolutamente indispensable, pero sí bastante importante, puesto que cuando no se siente dicho apoyo, esto podría desencadenar:
1) Que saliese a flote el  miedo a la equivocación  en lugar de tomar el error como una oportunidad de aprendizaje llevado a cabo con mucho mayor grado de profundidad.
2) Que aflorase el  miedo a no ser querid@ , a defraudar a las demás personas, a no ser lo "suficientemente buen@.
Esto último no es en absoluto una banalidad, puesto que puede resultar relativamente sencillo caer en el chantaje emocional como estrategia para conseguir algún tipo de beneficio personal, sin haber sido plenamente conscientes de ello.

El miedo también se trata de un sentimiento natural y deseable, en el sentido de tendencia a la propia supervivencia. Ahora bien, en gran medida, la gestión del mismo se halla mediada por el estilo social - educativo en el que nos hayamos desarrollado, de tal forma que el  miedo a no encajar  , es decir, a no tener aceptación social, puede acabar funcionando como un fuerte impedimento para conseguir desarrollarse en plenitud.

Impedimentos a nuestro desarrollo de índole cultural
A parte de tener en consideración lo expuesto hasta ahora, también debemos luchar por identificar aquellos impedimentos de tipo más cultural, tales como valores y formas de comportamiento consideradas como "adecuadas" o "inadecuadas" según criterio de los distintos grupos culturales.
Por ejemplo, "La virtud del término medio" . Este tipo de consideración obviamente tiene su razón de ser en el sentido en que nos insta a huir de los extremos (habitualmente más radicales, inflexibles y con poca tolerancia hacia la diferencia).
Sin embargo, ¿qué sucede cuando la interpretación de dicha premisa se inclina hacia un sentido en el que se insta a pasar desapercibid@s? Esta perspectiva se mantendría bajo la idea errónea de que lo más adecuado sería que el individuo se difumine entre la masa social, que no se haga notar, que no se muestre como diferente, porque de lo contrario puede convertirse en el blanco perfecto de ataque por parte de la "mayoría".
Obvia decir que esta postura resulta de una intolerancia peligrosamente abrumadora hacia la diferencia. ¿Qué sucede pues con aquellas personas que en sí mismas, poseen un grado de diferencia muy significativo con respecto a las demás, aquellas que se encuentran en un extremo u otro de la campana de Gauss? Este afán de "pasar desapercibidos/as" tiende a resultar tremendamente dañino en la construcción de su propia autoestima personal.

Cuando asumimos la gran influencia de la adopción de ciertas normas, pautas, creencias (en su gran mayoría prejuiciosas) que pululan de una u otra forma en nuestra cultura, sin aplicar el espíritu crítico individual correspondiente, estaremos pues corriendo el riesgo de caer en numerosas contradicciones entre nuestros propios sentimientos y nuestra propia manera de actuar, o lo que es lo mismo, manteniendo una doble moral regida por el  "no repitas lo que yo hago, sino actúa según te digo" .
Mi pregunta para finalizar sería la siguiente: ¿estamos preparad@s para afrontar estas contradicciones y actuar en consecuencia?
Habrá que intentarlo...

miércoles, 9 de julio de 2014

¿POR QUÉ ODIAR A L@S NIÑ@S SUPERDOTAD@S? II

Segunda parte de ¿Por qué odiar a l@s niñ@s superdotad@s?

Traducción del artículo de Barbara Kerr, del 16 de agosto de 2012
(Pinchar en el título para acceder al original)


¿POR QUÉ ODIAR A L@S NIÑ@S SUPERDOTAD@S? UN EXPERIMENTO MENTAL


En los treinta y cinco años que he estado aconsejando y haciendo la investigación con los niños superdotados, a menudo me han sorprendido por el resentimiento y el desprecio por los niños superdotados que he encontrado por parte del público, de los profesores, e incluso algunos de mis colegas en la academia.
Muchos estudiosos de nuestra zona, incluyendo Nicholas Colangelo, Craig Howley, y Camilla Benbow han tratado de explicar este fenómeno, por lo general en términos de un anti-intelectualismo de la sociedad estadounidense y las preocupaciones generalizadas sobre las raíces racistas de las pruebas de inteligencia. La mayoría de nosotros, en la educación de los superdotados somos conscientes de estas explicaciones.
Nicholas Colangelo, en su discurso en la VI Bienal Simposio Wallace sobre Educación para Niños Dotados, remonta las raíces de anti-intelectualismo, no sólo para el inicio de la ruptura de América de la cultura de elitismo europea, sino para la Universidad de Profesores de Columbia, donde muchos estudiosos promovieron la idea de que educación para superdotados era un medio de perpetuar la dominación del patriarcado capitalista blanco.
Howley mostró cómo el anti-intelectualismo nos conducía "fuera de nuestras mentes" al obligar a los estudiantes talentosos a los márgenes de la sociedad.
Camilla Benbow mostró cómo las llamadas para la equidad en la educación a menudo significaba la inequidad para los niños intelectualmente brillantes.
Dudo, sin embargo, que las personas comunes y corrientes que encuentro, se resientan de la educación de niños dotados y talentosos, ni que sean conscientes de estos conceptos, ni estén tan sólo vagamente preocupados por el elitismo o la perpetuación del patriarcado capitalista.
Yo creo que hay una motivación psicológica más profunda basada en experiencias personales. Por eso me comprometí en el siguiente experimento mental. Quería entender, en el nivel más profundo, ¿por qué una persona puede que no le guste o incluso desprece la gente inteligente. Esta es la forma en que realicé mi experimento mental.

En primer lugar, lancé la pregunta: "¿Cuándo he tenido sentimientos de ira y resentimiento hacia las personas inteligentes y las cosas que dicen o escriben?" Busqué en mi recuerdo, y me vinieron varios ejemplos vívidos.

El incidente número 1, fue mi experiencia a los diez años de edad, con la  lectura en de The New Yorker el 30 de noviembre de 1963. Estaba fascinada y horrorizada por el asesinato de Kennedy la semana anterior, y cuando vi una copia de la revista New Yorker, la recogí. (¿Cómo se metió en mi casa South St. Louis... nunca lo sabré).
Recuerdo mi primer intento para leer como solía hacer: escanear rápidamente las páginas, en la manera en la que nos habían enseñado a hacer en nuestra escuela post-Sputnik para superdotados - pero me atasqué. A las once, yo estaba bastante segura (segura de mí misma, se podría decir) que yo sabía que la mayoría de las palabras en el idioma Inglés - y un muchos franceses también, porque en mi escuela hablamos francés todos los días). Este artículo, sin embargo, tenía una palabra tras otra que no podía adivinar por el contexto o las raíces latinas. Me encontré sintiéndome primero, molesta conmigo misma; a continuación, molesta por la revista; luego frustrada, y luego enfurecida con este sofisticado grupo de adultos que estaban discutiendo entre ellos mismos un incidente tan vital para todos nosotros - de una manera que simplemente no podía entender.
Miro a ese tema ahora, y creo ver qué era tan difícil. Acerca de Kennedy el editor escribió: "Sus intereses corrieron más rápido que su mandato ... sus pequeñas promociones ... Casals, Robert Frost ... Stravinsky ... podría parecer fatuo ..." ¿Mandato? ¿Casals... quién? ¿Stravinsky - algo de ruso? ¿Fatuo? Ver http://archives.newyorker.com/?i=1963-11-30 # folio = 052. 

Él era muy importante para mí (tenía un pequeño santuario dedicado a Kennedy en mi habitación), pero estaba fuera de aquella conversación acerca de él. ¿Es esto lo que se siente cuando una no puede leer rápidamente; no puede entender muchas de las palabras; y lo peor de todo, no se sabe a quién se están refiriendo estas personas inteligentes? ¿Apartados? ¿Rechazados? ¿Mudos?

El incidente número 2 llegó mucho más tarde, en la escuela de posgrado.
Yo estaba en mi tercer semestre de estadística, y nos pidieron derivar la fórmula para la distribución F y decir por qué era la correcta distribución a utilizar en un análisis de dos vías de varianza con medidas repetidas. "La prueba F se utiliza para las comparaciones de los componentes de la desviación total. Por ejemplo, en un solo sentido, o de un solo factor ANOVA, la significación estadística se prueba por la comparación de la estadística de la prueba F donde MS es cuadrático medio, = número de tratamientos y = número total de casos. Uso de la distribución F es un candidato natural porque la estadística de prueba es la relación entre dos cantidades a escala de las plazas de cada uno de los cuales sigue una distribución Chi-cuadrado a escala."
En primer lugar, para derivar la distribución F, al parecer necesitaba cálculo, y yo no había tenido cálculo. La universidad había asumido que si tuviera esos resultados de las pruebas de alto rendimiento en matemáticas que debo saber cálculo. Pero no lo hice. Cuando le pregunté a una compañera de clase cómo aprender cálculo, ella sólo dijo que lo había recogido. ¿Recogido? Yo estaba furiosa. Con mi misma, por no haber tomado cálculo, y no ser capaz de simplemente recogerlo. Con mis maestros y asesores, por no decirme que debía tomarlo. Con todo el maldito mundo de la estadística, que era la puerta de entrada a un doctorado, el filtro de matemáticas que podrían impedirme hacer lo que quería hacer.
Recuerdo a mi joven esposo que me encontró inclinada sobre mi libro, mis lágrimas cayendo y arrugando las páginas. "¡Nunca lo conseguiré! ¡No me gusta esto!"
Una vez más, miro hacia atrás ¡y recuerdo la angustia de no poder conseguirlo!
Linda Gottfried, una erudita de la inteligencia, me dijo una vez, "La inteligencia es la capacidad de hacerse popular, dar sentido a las cosas, y saber qué hacer al respecto". Toda mi vida, había sido popular, tenía sentido de las cosas, y entonces había descubierto qué hacer. Es terrible y humillante golpearse contra la pared.
¿Es esto, pues, lo que se siente al no conseguirlo; tratar de intentarlo e intentarlo, pero no ser capaz de dar sentido a un problema? No es de extrañar que la gente acabe bloqueada, dé la espalda, y diga: "Olvídate de eso. No puede ser tan importante ".
 ¿Es sorprendente que la gente sea un poco despectiva con aquellas personas que pasan la mayor parte de su tiempo luchando con estos problemas, en lugar de hacer algo más placentero o fructífero?
Por supuesto, me di tiempo [...]. Incluso me impaciento con estudiantes de posgrado que dicen: "Yo voy a ser consejero, no investigador. ¿Por qué tengo dar estadística? "Acabo diciéndoles que es una puerta de enlace a través de la cual se pasa, y por otro lado, útil para entender más acerca de cómo hacerse preguntas sobre el mundo.
Quiero recordar siempre la frustración y el dolor, así que puedo ayudar a la próxima estudiante a través de la aplicación de un poco más de compasión.

Este experimento mental me enseñó que el resentimiento de las personas que se hacen populares rápidamente, que tienen una gran cantidad de memoria de trabajo, que razonan con destreza, es algo más que el anti-intelectualismo o el disgusto por el elitismo de la educación de los superdotados. Su respuesta es más visceral y más primitiva; y la discusión razonada de las diferencias individuales y la educación equitativa no disipa el miedo y la ira que está ahí. Me gustaría tener una solución. Eso llevará más experimentos mentales.
BARBARA KERR

¿POR QUÉ ODIAR A L@S NIÑ@S SUPERDOTAD@S? I

Puede resultar un título un tanto chocante, llamativo e incluso podría tildarse de sensacionalista. Estoy de acuerdo... relativamente.
Y digo "relativamente" porque aunque pienso que es mucho más beneficioso, no sólo para las personas a título individual, sino también además para la sociedad (a título grupal) centrarse en aquellos aspectos positivos que podemos extraer de las altas capacidades, como parte del "ser" de aquellos individuos que las posean, también es verdad que a lo largo de todos estos años que llevo reflexionando en torno a este tema, la visión experimentada desde las familias tiende a resultar a veces un tanto "bipolar": orgullo por un lado, y angustia desmesurada por el otro.
¿Qué es lo que está en la base de esa angustia que traspasa incluso fronteras? Tendemos a creer que "en otros sitios están mejor que en el nuestro", pero desengañémonos: esa sensación es compartida de manera común mucho más allá de las fronteras, con independencia del país al que nos estemos refiriendo.

Habría que buscar e indagar acerca del origen para poder así atajar el problema de raíz:

1) En primera instancia, dentro de cada un@ de nosotr@s mism@s:
          a) Qué prejuicios seguimos manteniendo que tanto daño pueden estar haciéndonos, tanto en lo referente a las altas capacidades, como a la crianza de l@s hij@s en general, qué tipo de contradicciones mantenemos a lo largo de toda su educación, como por ejemplo, ¿queremos niñ@s obedientes pero al mismo tiempo con pensamiento crítico? ¿queremos niñ@s que mantengan esa actividad creciente en la medida en la que se ilusionan con un proyecto pero al mismo tiempo que hagan todo sentad@s tranquilamente en el sofá y sin moverse demasiado?
          b) Qué debilidades podemos estar mostrando sin ser realmente conscientes de ellas: por ejemplo, que nos cueste percatarnos de que aún son pequeñ@s para determinadas cosas, especialmente las referidas al desarrollo moral y/o emocional, puesto que tenemos la sensación de que tenemos un "pequeño gran hombre o mujer" en casa.... recuerdo que en una ocasión mi hijo mayor me dijo "¿sabes mami? ...ya sé cuál es mi problema. Es que creo que tengo un cerebro de adulto... pero en pequeñito".

2) En segundo lugar, dentro de la/s cultura/s:
          a) Que no pondera los aciertos con la misma vehemencia, con la que castiga los errores. De esta forma, finalmente acabamos buscando con mucho más ahínco los errores cometidos, porque de lo contrario, vemos peligrar nuestro sistema de valores.
          b) Que tiende a mantener una visión muy equivocada de la objetividad, pensando que para entender y trabajar mejor el objeto de estudio, hay que "mirarlo por encima", sin llegar a indagar más allá de lo meramente observado de forma externa. De esta forma, se tiende a concluir fácilmente que "si no saca buenas notas... es imposible que sea superdotad@".
         c) Y por último lugar, pero desde luego, quizá sea el punto más importante, que no educa en la diversidad desde una perspectiva de apertura; una cultura que describe las diferencias, pero no se pone en su piel. Vivimos en una sociedad en la que cuando vemos a un@ niñ@ que reacciona con intensidad ante determinadas situaciones, en lugar de entenderle, automáticamente, se le juzga (y en ocasiones también se juzga a su familia: "no está bien educado", nos dicen).

Esta es la perspectiva crítica y analítica que desearía que se mantuviese a la hora de entender el título de la entrada, que en esta ocasión, dividiré en dos partes. La segunda parte es una traducción realizada de un artículo de Barbara Kerr, titulado precisamente:  ¿Por qué la gente odia a l@s niñ@s superdotad@s?: Un experimento mental"

lunes, 7 de julio de 2014

JUEGOS VIOLENTOS

HABLANDO EN CONFIANZA
Temporada 2013/2014
PROGRAMA 17
¿Podríamos afirmar que el ser humano es violento por naturaleza?
Estamos habituad@s en nuestra cultura y otras similares, al uso de la violencia. El ser humano, a lo largo de siglos, milenios incluso, se ha visto inmerso en largos episodios de violencia: guerras por la dominación del otro, establecimiento de estados de represión y miedo, etc... de ahí que existan tendencias que afirmen que como especie, tendemos a la extinción.
Es por ello que no creo que ahora de manera especial haya un problema explícito vinculado a este tema, por la aparente afición creciente a películas violentas, o a la proliferación de videojuegos con escenas de crueldad extrema con el "enemigo".
El único cambio que podemos estar experimentando en todo caso puede ser debido al medio a través del cual recibimos dicha información (internet): sabemos que la procesamos de manera diferente ya no sólo si nos llega por vía visual, auditiva (e incluso táctil), sino que el universo multimedia nos está descubriendo otra forma de proceder.
Sin embargo, en cuanto a la forma de manifestación de la violencia en el día a día, no podríamos llegar a afirmar que el ser humano nace violento, sino que viene al mundo en todo caso con una predisposición a sentir determinadas emociones, entre ellas, la ira o la rabia, con lo que la reacción deberá ser consecuente a la emoción sentida.
En este punto es donde nos podemos encontrar un abanico de numerosas posibilidades de posible reacción, las cuales irán desde el extremo aparentemente más pasivo (violencia interna, hacia un@ mism@) hasta el más agresivo (expresando violencia muy explícita hacia las demás personas).
Ningún extremo es deseable en este caso...
Cómo se genera la ira
Recordemos que la ira, el enfado, aunque nace de un@ mism@, no se desencadena solo: debe existir un elemento (externo o interno) que lo provoque.
Habitualmente, el elemento externo puede ser una una situación o una persona que ejerce algún tipo de represión, de tal forma que puede estar suponiendo impedimento para desarrollar aquello que se desea. La intensidad del sentimiento de enfado podrá ir en aumento en la medida en la que, como añadido, la persona deba intentar ocultar lo que siente por imposición externa, es decir, porque socialmente no "está bien visto" mostrar enfado en ese momento concreto, como es el caso de las rabietas en la infancia.
Lógicamente, por este motivo puede resultar tan complicado ejercer la paternidad/maternidad: porque parte de la responsabilidad de asumir este rol, será pasarse parte de su vida buscando el equilibrio justo entre 2 extremos opuestos, igualmente peligrosos para el desarrollo de la autoestima:
1. Dejar hacer sin importar las posibles consecuencias:  poseemos la necesidad de sentirnos queridos y apreciados. Sentir que lo que hacemos importa, tanto en sentido positivo, como negativo. Esta es también una forma de desarrollar nuestra propia identidad.
Vamos probando, tentando, ensayando actuaciones para con los demás a lo largo de toda nuestra vida con el objetivo de comprobar las reacciones que nuestros actos generan en los demás.... y cuando NO vemos consecuencias, lo que sentimos es que "no importamos", de ahí que se desencadenen posibles reacciones violentas en hij@s cuyos padres/madres sean excesivamente permisivos.
2. Represión constante de las "necesidades" percibidas por sus hijos/as: cuando una persona asimila que todo aquello que hace o siente es coartado por una "autoridad", llega a desarrollar que vive en un entorno hostil, y por tanto actúa en consecuencia, es decir, desatando su ira al menos desde dos puntos de vista:
a) Habitualmente no lo hace en ese entorno hostil, sino que aprovecha otros entornos en los que pueda sentir que posee ese papel autoritario (colegio, entre amigos, cuando crea su propia familia, etc)
b) Manifestando retraimiento y poca voluntad de relacionarse con el entorno, probablemente por haber asumido una generalización de dicha hostilidad al resto de situaciones de su vida.
¿Es "normal" disfrutar con la violencia?
Si se "disfruta" con la violencia, se da de manera especial cuando nos muestran que vivimos en continua competición: o pisas... o te pisan.
Paradójicamente, la gran mayoría de nosotr@s nos situaríamos en el bando de los buenos, aunque lo que pidamos o deseemos sea sufrimiento ajeno (porque es el de "los malos"). Este tipo de situaciones sería entendibles, y también explicables, cuando estamos ante una situación de dolor extremo. En todo caso, nunca debería ser justificable. Lógicamente, cuando una persona ha sufrido mucho por la actuación de otra, es lógico que se desencadene este tipo de sentimientos, ahora bien, la pregunta a hacernos sería la siguiente: ¿podría ser este tipo de situaciones la base que justifique el "ojo por ojo"?

La base real de la justicia, no está en las armas. No son ellas quienes provocan cambios profundos. Son las PALABRAS.... especialmente las buenas palabras. He aquí el origen y fin de toda lucha.

Y en lo referente a la infancia... ¿qué sucede con los juegos de violencia? No es negativo en sí mismo disfrutar ocasionalmente utilizando esta actividad lúdica, siempre y cuando no sea la única oportunidad de disfrute en nuestra vida. El peligro real puede sobrevenir en el momento en el que abusamos de ese tipo de juegos en los cuales somos protagonistas activos que infligen daño a otros personajes.
Si existe una continuidad en estas actividades, se corre el riesgo de que disminuya (e incluso se elimine) el desarrollo de empatía hacia el rival, con lo que cuando estamos hablando especialmente de la infancia, en lugar de estar encaminando su educación hacia la asertividad, les estaremos inculcando que en esta vida, el que en definitiva gana... es el más poderoso. Peligrosa actitud. MUY PELIGROSA.

viernes, 4 de julio de 2014

ALTAS CAPACIDADES Y HABILIDADES SOCIALES: ¿SABEMOS RESOLVER CONFLICTOS?

Una de las señas de identidad de las Altas Capacidades en torno a la que más frecuentemente se viene hablando es del desarrollo emocional.
Cuando desde las familias nos percatamos que nuestr@s niñ@s no son como los demás, no siempre estamos aludiendo precisamente a que desarrollan tempranamente habilidades. En la mayoría de las ocasiones me atrevería a decir que es otra cosa bien diferente que a veces no sabemos muy bien como explicar, es un "algo" que percibimos cuando vemos interactuar a otr@s niñ@s y nos damos cuenta de que el nuestr@ es diferente. Asimismo, también nos suele llamar la atención cuando conocemos a otr@s niñ@s con altas capacidades, e incluso nos llegamos a sorprender por la forma en la que nos recuerdan al nuestr@.

Ese "algo" nos puede enorgullecer preocupar al mismo tiempo.
Enorgullecer, porque vemos reacciones en ocasiones de una madurez asombrosa para su edad, como que a los 2 años se preocupe por qué hacer con una niña que acaba de caerse en el parque y quiere ayudarla, o que piense en cómo ayudar a su amiga del cole porque hay un niño que se mete con ella y la hace llorar... ante este tipo de reacciones, por un lado, no podemos evitar pensar que "algo estamos haciendo bien en la manera de educarles", aunque también es cierto que en el fondo sabemos que ell@s mism@s desarrollan esa sensibilidad, y que no ha hecho falta que nadie externo se lo indique, como si les saliese del corazón antes que del cerebro.
Preocupar, porque también sabemos que en este mundo, hay veces que quien pone la cara, es al primero a quien se la parten. Y tenemos que hacer un verdadero esfuerzo para hacerles entender que eso que están haciendo está muy bien, aunque nos invada un miedo inmenso ante la idea de que alguien les acabe haciendo daño.
Les conocemos. Sabemos que su sensibilidad les puede hacer reaccionar de manera noble con la misma intensidad con la que pueden llegar a sufrir e incluso enfadar ante la frustración que genera la incomprensión de su manera de sentir y de actuar en consecuencia.
A veces, este tipo de situaciones nos afectan también en la vida adulta, así que supuestamente deberíamos estar más capacitad@s para convertirnos precisamente en las personas que más les comprendan y apoyen... Ahora bien: si nadie nos ha enseñado a nosotr@s ¿cómo podemos ser su guía en el camino de la adecuada gestión emocional? ¿cómo mostrarles la manera óptima de desarrollar su asertividad?

Desde luego, no se trata de estipular cómo han de ser, sino de aceptar cómo son.
Sin embargo, hay ciertas cuestiones que no forman parte de su ser, sino de su actuar, aunque obviamente ambas están íntimamente relacionadas.
En el actuar  sí que nos podemos centrar, al menos para analizar los motivos y poder en todo caso encauzar una actuación en consecuencia para apoyar al niño/a o a su familia.
Concretamente en esta ocasión, me voy a centrar en dos aspectos de sus reacciones emocionales, que podemos intentar guiar hacia un desarrollo asertivo:
1. Las reacciones de agresividad
2. Las reacciones de pasividad

Las reacciones de agresividad
** Reacciones de agresividad "por impulso"
Cuando nos enfadamos, solemos manifestarlo con reacciones de enfado lógicamente, incluso de ira si el sentimiento que nos ha evocado es o lo percibimos como muy intenso.
No se trata de coartar lo que sienten (sería absurdo), sino de comprenderlo en primera instancia, para luego poder actuar.
Comprender no significa justificar, ni "dejarlo pasar", sino en todo caso, no juzgar los sentimientos de la otra persona. Implica por tanto efectuar un análisis de la situación, y aplicando la empatía, ponerse en su lugar, lo cual suele resultar muy complicado puesto que en la edad adulta, tendemos a olvidar con relativa facilidad aquello que sentíamos cuando éramos niñ@s y solemos "juzgar" lo que observamos en la infancia desde una perspectiva actual y de personas mayores.
Una vez que hayamos comprendido cómo se siente, lo más adecuado en todo caso es analizar las reacciones de su entorno, incluyéndonos a nosotr@s mism@s... cuando disculpamos a un@ niñ@ que ha pegado a otr@ porque "el otro pegó primero"  estamos justificando su reacción, lo cual hace que quienes realmente debamos modificar nuestra actitud, seamos nosotr@s mism@s.

Tenemos que tener en cuenta ante todo que sea de la índole que sea, o esté detrás el motivo que esté, cuando alguien desarrolla agresividad ante otra persona, está faltándole al respeto porque está intentando imponer por la fuerza su propio criterio e intenta quedar "por encima".
Lenguaje no verbal: mirada agresiva, fija, aumento del volumen de la voz, gestos o posturas de amenaza, etc.
Consecuencias: positivas (a corto plazo) porque la persona consigue sus propósitos, dejando los derechos de los demás y negativas porque la persona puede experimentar sentimientos de culpabilidad. Negativas (a largo plazo), pues puede ir acumulando tensión en sus relaciones con los demás, o rencor  por parte de éstos. (Fte: http://www.saludality.com/evitando-conflictos-a-traves-de-la-asertividad/
** Reacciones de agresividad tras periodos de "paciencia infinita"
En ocasiones se define a las personas con altas capacidades como impulsivas, lo cual nos puede llevar a cometer el error de fomentar la creencia de que todo lo que hace y experimenta en su vida es debido a un impulso. Craso error. Dependiendo de cada persona (niñ@ o adult@), esa impulsividad puede ser una seña de identidad o por contra se puede manifestar sólo ante determinados contextos, especialmente en aquellos que le aportan mayor seguridad (con mayor probabilidad en aquellas personas con tendencia introvertida).
Esto nos lleva a entender que no tod@s l@s niñ@s con altas capacidades tienen reacciones agresivas de manera impulsiva... de hecho, lo que puede suceder (tal y como me definió una niña de 6 años en una ocasión ;) ) es que tengan más paciencia que el Santo Job. Pero llega un límite en el que no se soporta ni un segundo más y el estallido es monumental.
No tiene por qué ser frecuente, pero obviamente, sí muy llamativo e inesperado desde el punto de vista del observador externo, que se limita a ser testigo de una reacción emocional considerada impropia para esa persona.

Las reacciones de pasividad
Suele ser muy llamativo (y doloroso para padres y madres) ser testigos de la pasividad con la que algun@s niñ@s con altas capacidades reaccionan ante las burlas, gritos e incluso desprecios de algun@s compañer@s (e incluso profes u otras personas adultas).
La primera reacción que se suele tener es la de angustia, seguido de un deseo de reacción por parte del niño/a... sea la que sea, pero que no permanezca con esa pasividad. Además suele ir acompañada de una comunicación no verbal muy explícita: una mirada de tristeza que nos parte el alma, un bloqueo que le impide incluso el movimiento, perplejidad, incomprensión...

Hemos de llevar a cabo pasos similares a los descritos ante las reacciones agresivas: observemos y analicemos la situación.
En ocasiones se tiende a pensar que ese tipo de reacciones es típica de niñ@s sobreprotegid@s y muy vinculados a su padre o a su madre, pero nada más lejos de la realidad. Esta creencia es peligrosa en el sentido en que la reacción o el "consejo" inmediato suele ser el de que tenemos que dejarlos ser más independientes y no "mimarlos tanto".... ¿a nadie se le puede haber ocurrido que simplemente pueda tener que ver con un desarrollo emocional asíncrono?
Puede tratarse de un@ niñ@ con la suficiente capacidad como para no poder evitar que no se le escape ni una sola de las reacciones que el entorno tiene hacia él/ella, pero al mismo tiempo, no encontrarse preparad@ emocionalmente para entender el motivo de dichas reacciones. Y eso... resulta doloroso.
Es probable que esté anteponiendo sus propios derechos en favor de los de los demás porque aún no ha conseguido desarrollar ese equilibrio necesario entre el respeto por los demás y la defensa de sus propias necesidades y derechos. Por eso el apoyo que proporcionemos especialmente desde la familia en esos casos, será fundamental, de la misma forma que lo será la reacción que podamos tener.
Lenguaje no verbal asociado: bajar la mirada, voz vacilante, movimientos corporales nerviosos  o inapropiados, etc.
Consecuencias: La persona pasiva se siente incomprendida, manipulada, con sentimientos de culpa, depresión, baja autoestima, etc. El interlocutor no sabe si se está o no aprovechando de la persona que no está diciendo realmente lo que quiere decir, además se puede sentir cargado de responsabilidad, porque es él quien tiene que tomar las decisiones. (Fte: http://www.saludality.com/evitando-conflictos-a-traves-de-la-asertividad/

En conclusión....

“La asertividad es la habilidad de expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás. Negociando con ellos su cumplimiento”.

La conducta asertiva
Lo primero de todo es tener claros nuestros objetivos, qué queremos conseguir, o los límites que no queremos que traspasen, hasta dónde estamos dispuestos a aceptar. Es importante que valoremos si nuestro objetivo es más importante que “quedar bien” con el otro o “quedar por encima del otro”. Estas dos reacciones tienen premio, pero sólo en el corto plazo. Durante la conversación, no pierdas de vista el objetivo.
Otro aspecto importante es no tener prejuicios sobre las intenciones del otro. Esto puede enturbiar nuestro comportamiento y reaccionar de forma negativa. Sobre todo hay que mantener la calma y recordar que debemos tratar de entender las verdaderas necesidades del otro.
Elegir el momento y lugar adecuado. Normalmente, las situaciones conflictivas no se planean. Si tu reacción no ha sido la deseada, piensa en crearte una segunda oportunidad para hacer ver tu opinión a la otra persona. No te lo guardes!!.
Preparar las líneas generales de lo que vamos a decir. Puedes escribirlo e incluso después, ensayarlo.
Los pasos clave de un diálogo asertivo son:
 1. Describir los hechos concretos. Tal como han ocurrido, de modo que el otro no pueda negarlos o rebatirlos. Por ejemplo: no se trata de decir “eres un irresponsable que llegas siempre tarde” sino “la última semana has llegado 3 días 1 hora tarde”. Huir de juicios de valor.
2. Manifestar nuestros sentimientos y pensamientos. Es decir, comunicar de forma contundente y clara cómo nos hace sentir aquello que ha ocurrido. Lo que sientes tú es imposible que nadie lo rebata. En lugar de decir “me tienes harto y no quiero verte más” puedes decir “me siento decepcionado y triste por esos retrasos”.
3. Pedir de forma concreta lo que esperamos del otro.  En lugar de decir “quiero que respectes más el trabajo de tus compañeros o los horarios de la oficina”, puedes decir “quiero que todos los días llegues a tu hora, que son las 9:00. Son conductas concretas que el otro puede entender y hacer.
4. El Banco de Niebla y el Disco Rayado. En el momento en el que tenemos que hablar al otro podemos utilizar el Banco de Niebla (dar la razón al otro en lo que está diciendo: “puede que lleves razón; pero…” y a continuación dices y repites si hace falta (Disco Rayado) aquello que no pudiste decir o donde fuiste interrumpido. Aunque parezca una tontería, es efectivo!

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