viernes, 20 de enero de 2012

No pido nada del otro mundo...

No me considero una persona en esencia tremendamente diferente de los demás. Procuro no ser grosera. Huyo de las discusiones sin fundamento, porque prefiero debatir. Cuando tengo un problema, lo primero que hago es quejarme, y a veces muuuucho :-), pero después de haber estado un ratito lamentando "mi suerte", procuro levantarme y empezar a buscar alternativas para solucionar ese problema. No siempre encuentro solución, así que se podría decir que prefiero abandonar el barco antes que quedarme a la deriva después del naufragio.
Y si me doy cuenta de que he metido la pata, no tengo problema alguno en pedir perdón... en fin ,no soy perfecta, ni pretendo serlo. Me imagino, que tengo mis días buenos, mis días malos, que cometo mis errores y a veces incluso me cargo a la espalda los errores de otr@s (de la misma forma que se habrá dado a la inversa la situación). Probablemente haya muchas personas así, que se identifiquen con estas palabras. Y habrá otras en cambio que sean críticas. La esencia de la variedad, donde dicen que reside el gusto.

Por eso me descoloca la reacción de algunas personas cuando yo simplemente deseo para mis hijos lo que cualquier madre desearía: que sean felices, respetuosos y que también aprendan a defender sus derechos.

Quiero que aprendan que habrá momentos en la vida en los que la respuesta va a ser un NO. Serán en definitiva las veces en las que con su comportamiento o actitud estén vulnerando derechos de los demás.
Y deseo eso con la misma fuerza con la que espero poner empeño para que sepan valorar poco a poco ciertas situaciones en las que han de luchar y no se conformen con ese NO de otras personas. Será cuando alguien crea que por su posición, puede llegar a vulnerar sus derechos.

No pido nada del otro mundo... ¿verdad?
¿Por qué entonces tengo que soportar respuestas groseras cuando me limito a pedir algo a lo que uno de mis hijos tiene derecho? ¿Por qué tengo que aguantar los malos gestos en cierta persona del colegio cuando lo único que quiero es hablar de las necesidades educativas del niño?

Yo no me invento la condición de alta capacidad de mi hijo. Tengo pruebas objetivas de que eso es así... pero quizá, una vez más, he de recurrir a esta frase (la cual me encantaría dejar de usar): "no hay peor ciega que la que no quiere ver".

Me gustaría.... me encantaría que esto dejara de ser una batalla. Quisiera dejar de luchar para empezar a cooperar. Y ya puestos a pedir, que esto no fuese único ni exclusivo para mí y mis hijos, sino para tod@s y cada un@ de l@s padres y madres... tod@s y cada un@ de l@s niñ@s que en la actualidad se encuentran con zancadillas en lugar de manos tendidas.
Si es que no pido nada del otro mundo...

martes, 17 de enero de 2012

QUEJAS Y DEMANDAS DE NIÑ@S CON ALTA CAPACIDAD INTELECTUAL

Acabo de encontrarme con un enlace que ha proporcionado un breve listado de quejas más frecuentes emitidas por niños y niñas de altas capacidades.
Y puede ser interesante considerarlas, especialmente si algunas de ellas representan el sentir de nuestr@s hij@s.
Me gustaría en cambio no quedarme en la queja. Quisiera proponer la alternativa o posibilidad para solucionar el problema. Aunque tengamos "derecho a la pataleta", algo habrá que seguir haciendo, será necesario continuar trabajando para que la crítica pueda resultarnos constructiva. Nos haremos tod@s más fuertes así.

LAS 8 QUEJAS MÁS FRECUENTES DE L@S NIÑ@S CON ALTAS CAPACIDADES INTELECTUALES (enlace)
  1. Nadie explica qué significa tener altas capacidades, es un gran secreto.
  2. El colegio es demasiado fácil, o demasiado aburrido.
  3. Padres, madres, profesorado y amistades, esperan que el niño o la niña de altas capacidades sea perfect@ todo el tiempo. 
  4. Son pocos l@s amig@s que realmente les entienden, y además suelen estar distanciad@s.
  5. L@s niñ@s les fastidan, a menudo, por ser inteligentes.
  6. Se sienten abrumad@s por la cantidad de cosas que pueden hacer en la vida.
  7. Se sienten diferentes y alienad@s.
  8. Se preocupan por los problemas del mundo, y se sienten impotentes por no poder hacer nada.
Judy Galbraith, 1985


  ¿Cómo explicar qué es la alta capacidad intelectual a un@ niñ@ si aún no existe un acuerdo entre la comunidad científica de las personas adultas?

Por eso se hace tan importante indagar adecuadamente acerca del concepto de inteligencia, sin desligarlo del de alta capacidad. Indispensable la lectura de este artículo de A.Castelló: BASES INTELECTUALES DE LA EXCEPCIONALIDAD: UN ESQUEMA INTEGRADOR

Necesitamos adoptar un modelo que difiera del vigente concepto de inteligencia y que poco sirve para aportar una explicación válida y fiable para las capacidades de toda aquella persona que se salga de la norma. Recordemos que se están midiendo comportamientos, no capacidades reales. Aunemos fuerzas para romper esta barrera metodológica, superando esta confusión tan extendida (en palabras de L.Stermberg) de equiparar "inteligencia con sapiencia".

Os propongo además que pinchéis este enlace para acceder a un vídeo en el que se habla acerca del concepto de inteligencia: INTELIGENCIA: Tres14

"En Ciencia se entiende por inteligencia la capacidad de representar y manipular información. No implica un comportamiento determinado, sino el poder comprender el por qué de las cosas. Lo que nos hace inteligentes no es la cantidad de información que tenemos, sino la capacidad de raciocinio. Los genes determinan nuestra inteligencia, pero también influye el entorno en el que crecemos. Si Einstein hubiera nacido en África su cerebro habría sido el mismo, pero las condiciones culturales no le hubieran llevado a desarrollar la teoría de la relatividad."

NECESITAMOS EDUCAR PARA "LO HUMANO"

"Las cosas fueron hechas para ser usadas y las personas para ser amadas. La razón por la que el mundo está en caos es porque las personas están siendo usadas y las cosas amadas"

Me gusta pensar que educamos en valores. Y no me refiero tan sólo a niños y niñas, sino también a nosotr@s mism@s... procuremos recordar que el proceso de aprendizaje nos va a acompañar a lo largo de toda nuestra vida. En cambio, he preferido aludir a "lo humano", en lugar de utilizar la palabra "valores" por un motivo muy simple: en cada vez más ocasiones, y siempre dependiendo de la persona que pronuncie dicha palabra, se pretende aludir a una especie de necesidad de retornar a lo de antaño. No me gusta este tinte conservador que se pretende dar a algo tan universal como los valores humanos, necesarios para una buena convivencia familiar y social.

Se oye, se comenta, se dice... que todos los males de esta cultura han comenzado desde la "incorporación de la mujer al mundo laboral" (¡como si en algún momento a lo largo de la historia, la mujer nunca hubiese trabajado fuera de casa!), que lo que en realidad se necesita es el retorno a una "familia tradicional"... ¿a cuál?
Recuerdo siempre lo que mis abuelas me contaban acerca de su infancia: su padre iba a ganar el jornal, mientras su madre se quedaba cuidando de toda la prole, además de tareas domésticas y, al vivir en entorno rural, salir a cuidar el ganado y las tierras que cultivaban. Eso sí, las hermanas mayores, a edades tan tempranas como los 4 años, tenían que empezar a cuidar de sus hermanos menores, y tod@s ell@s, en el momento en que pudiesen empezar a aportar jornal a la familia, era lo que debían hacer. La edad de ese "momento", por ejemplo, en el caso de mi suegra, fue los 9 años.

NO. No me apetece retornar a esa "familia tradicional". Me apetece quedarme con lo que esos miembros de todas esas familias nos han aportado y siguen aportando en la realidad presente.

Lo cierto es que "lo humano" no es una moda que puede desaparecer con el tiempo, con el progreso. Hay verdades universales que trascienden a este concepto de "modernidad". Los derechos humanos universales no son propiedad de ningún culto, o religión, ideología política o grupo étnico o cultural.
Y aunque no lo creamos, porque en ocasiones en nuestra cultura predomina demasiado una tendencia al pesimismo, juzgando a una amplia mayoría social y cultural por lo que un@s poc@s hacen, la sociedad no está carente de valores, al menos no de los más importantes.
Por ejemplo, recuerdo una anécdota de mi primer embarazo: mi primer hijo nació un 24 de julio, en el verano más caluroso que mi mente puede recordar (obviamente, es probable que por cuestiones de índole "subjetivo" jejeje)... estaba yo con mi barriga de 8 meses y medio a principios de julio aguardando a que me llegara el turno de ser atendida en la caja de un supermercado en Mieres. Esa barriga era tan tridimensional, que incluso estaba a punto de entrar en la cuarta dimensión. Enorme. Seguro que mi madre me podía ver desde Bimenes (a 50 km)... no exagero, puede atestiguarlo cualquiera que me la hubiese visto en su día.
Y como además habitualmente soy hipotensa (mi tensión arterial se asemeja a las condiciones económicas actuales: de tendencia "a la baja"), me dio una especie de vahído. Pues bien, en ese momento, una persona, de unos 70 años, aprovechó para colárseme. Esto es podría resultar lo más llamativo, lo que resulta más atractivo cara a "dar las noticias"... pero en realidad no fue así. El resto se volcó en mí: uno sacaba el móvil para llamar a una ambulancia por si me ponía de parto, otra me agarró del brazo para ayudarme a buscar un sitio para sentarme, otro me daba aire con un trozo de papel, la propia cajera dejó su puesto de trabajo (¡que se fastidie la "colona"! jejeje) para intentar ayudarme... incluso cuando ya me encontraba mejor, varias personas se ofrecieron a ayudarme a llevar la compra donde necesitara.
Es decir, la amplia mayoría, de distintos sexos, diversas edades y probablemente, diferente estatus social, vino a ayudarme y una sola persona fue la que pecó de "insolidaria".... ¿con qué parte nos quedamos?

"Valor" no es lo mismo que "Precio"
Si llegamos a tomas consciencia del significado real de la frase del principio de esta entrada, podemos empezar a dar pasos en nuestra propia educación, cuestionándonos qué es lo que valoramos en realidad, dónde colocamos el punto de corte en lo que respecta a nuestra prioridad:

1. LA CASA ¿Nos gusta porque es grande, está decorada con un gusto "sublime" y económicamente está valorada con un precio elevado en el mercado o el motivo por el que nos gusta es porque es UN HOGAR en el que compartimos vivencias con las personas que más queremos?

2. EL COCHE ¿Lo necesitamos porque es potente, moderno, asientos de cuero, y tecnología alemana (que está muy de moda el eslogan)... o porque es nuestro medio de transporte que nos permite desplazarnos al trabajo, al colegio, a la compra...?

3. UN TÍTULO UNIVERSITARIO ¿Lo obtenemos porque da prestigio social o porque sienta la base de un futuro en el que siempre se va a seguir aprendiendo para continuar mejorando?

4. UN TRABAJO ¿Lo ejecutamos porque podemos obtener un sueldo o porque desempeñamos nuestras habilidades, destrezas y talento para seguir teniendo "sensación de ser útil"?

No lo olvidemos: procuremos no confundir el "valor" real de las cosas con el "precio" que tengan en un momento determinado. Porque todo lo que nos rodea en la vida tiene valor y si nos paramos a pensar, muy pocas cosas tienen precio.

JUEGOS PARA APRENDER VALORES

domingo, 8 de enero de 2012

EDUCAR EN LA EMPATÍA. RESPETAR RESPETANDO.

Recuerdo algunas conversaciones cuando aún no tenía hijos (de lo cual, tampoco hace tanto tiempo). En ellas, se debatía acerca de la conveniencia o no de estipular normas claras, de la manera de llevarlas a cabo, del papel que debería de tener (y ejercer) cada miembro de la pareja o de la familia más cercana (abuel@s, tí@s, prim@s...). Claro, lógicamente, todas estas "opiniones" estaban mediadas en un alto grado por una formación en psicología... o más bien, por una formación conductista en psicología.
Un tiempo después, nació mi primer hijo, y fue precisamente entonces cuando poco a poco empecé a comprobar lo que uno de mis profesores en la Facultad de Psicología (digamos que "poco" conductista) nos decía: el método de entregar recompensas para conseguir moldear una conducta no es válido. Ni si quiera lo ha sido para animales no humanos: después de haber sido condicionados para realizar una conducta determinada para conseguir una posterior recompensa, resultó que esos animales comenzaban a ejecutar conductas para las cuales no habían sido entrenados. Es decir, aportaban a lo aprendido comportamientos de su propio repertorio conductual.
Aún así, siguen proliferando programas televisivos en los que nos muestran cómo hacer, la forma de actuar y las recompensas a aplicar para llevar a nuestr@s hij@s por el camino de los buenos modales. Y no es que sea negativo todo lo que se expone. Simplemente puede llegar a ser interpretado de manera demasiado parcial en función de la persona que lo siga (hablando en confianza: Inmunizad@s).

En todo caso, hay bastantes opiniones que cambian o se modifican cuando efectivamente llega una nueva vida a la tuya, y te acabas percatando de que tu papel no puede centrarse en amaestrarle, sino en educarle. Y la educación implica para el mundo adulto muchos aspectos, efectivamente: observar, potenciar, aprender y enseñar, perseverar, insistir,... mucho más que meramente "poner" y "quitar".

¿Y qué ocurre con lo intangible? Me refiero al respeto, a la tolerancia, a la empatía,... Va mucho más allá del puro moldeamiento, porque creo que no somos plenamente conscientes de la enorme influencia que ejerce nuestro ejemplo en la posterior actitud de nuestr@s hij@s. Modelo vs moldeo.



Quisiera que nos planteáramos qué es susceptible de "entrenamiento" y el grado en que nuestros comportamientos y actitudes pueden estar influyendo sobre la educación aportada a l@s niñ@s.

Y es que no solemos ser del todo conscientes de lo que hacemos, obviamente porque tampoco se incide en la educación para el autoconocimiento. Permitidme que enumere algunas de las equivocaciones más comunes que llevamos a cabo en la labor educativa (familiar y escolar):

1) CRÍTICAS CONSTANTES: bajo la creencia de que si se le corrige lo que no hace bien, aprenderá a hacerlo mejor. Esta es una idea errónea, especialmente porque nos olvidamos de lo que hace bien para centrarnos e incidir sobre lo que consideramos que hace mal. En el cole de mis hijos, he sido testigo de cómo a un niño "revoltoso" se le hace caso sólo cuando hace alguna trastada, pero nunca cuando hace cosas bien...

2) NO PERMITIRLE SER AUTÓNOM@: bajo el pretexto de "es que hay prisa", no se les deja actuar por su cuenta en cuestiones que les incumben de manera individual sólo a ell@s, como el aseo, la ropa, comer, preparar lo que han de llevar al cole...

3) INDIFERENCIA EN LAS CONVERSACIONES: ¿cuántas veces hemos hablado de cuestiones relativas a nuestr@s hij@s  a terceras personas con ell@s delante, sin incluirles en la conversación?

4) EXCESIVA EXIGENCIA PARA SU EDAD: puede parecer el polo opuesto al punto 2), pero en realidad, desgraciadamente, se puede dar de manera simultánea. Nos olvidamos con relativa facilidad de la edad que tienen nuestr@s hij@s. Especialmente cuando estamos hablando de niñ@s con alta capacidad intelectual... y tendemos a exigirles por encima de lo que deberíamos. A veces podemos estar centrándonos tanto en no sobreproteger, que nos olvidamos del término medio.

5) ETIQUETAR: no sólo consiste en afirmar que es "vago", "despistada", "sensible" o "trabajadora"... algo que suele llegar incluso cuando aún están en el vientre materno es a buscar similitudes con algún pariente: "se mueve tanto como la tía", "tiene los ojos de su padre", "sonríe como su abuela".... en realidad es una persona independiente y de pleno derecho. No pasa nada por sentir orgullo de que una criaturita tan chiquitina tenga algún parecido con nosotr@s... ¡pero no nos pasemos! Porque esto nos puede llevar al siguiente punto.

6) COMPARACIONES: y no sólo entre hermanos o hermanas... también a veces entre vecin@s, compañer@s de clase. Todas las personas somos diferentes, con nuestros talentos, nuestras taras,... y de manera individual es como ha de aplicarse la educación (talentos ocultos).



Por último, quisiera proponer una reflexión personal acerca de dos textos que he encontrado circulando por las redes sociales. Estrujemos un poquito las neuronas para poder llegar a entender la importancia del respeto hacia los demás, así como de escuchar sin prejuicios...



Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de su esposa, cuando vio a un hombre chino poniendo un plato con arroz en la tumba vecina. El vecino se dirigió al chino y le preguntó: -"Disculpe señor, ¿de verdad cree usted que el difunto vendrá a comer el arroz?" Y el chino respondió -"Sí, cuando el suyo venga a oler sus flores..."  
Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así, pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo.
Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se le habrá metido en la cabeza.
Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo.
Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir «buenos días», nuestro hombre le grita furioso:
-¡Quédese usted con su martillo, estúpido!

miércoles, 4 de enero de 2012

PREFERIMOS PREVENIR ...¿O CURAR?


En numerosas ocasiones me he preguntado hasta qué punto el ser humano actúa en el momento adecuado o simplemente reacciona ante las adversidades. Lógicamente, esto me llevaría a reflexionar acerca de cuándo puede ser el momento adecuado para llevar a cabo dicha actuación. ¿Es mejor aprovechar una época de bonanza para tumbarse a descansar cual cigarras? o por el contrario... ¿habría que aprovechar dicha época para seguir trabajando y que no nos pille el toro cuando llegue el invierno, cual hormigas?
Quizá uno de los problemas que nos podemos hallar se encuentra en la propia concepción del "trabajo" que solemos tener. Lo percibimos como algo tedioso, pesado y monótono, lo cual no es de extrañar... llevamos años recibiendo esa información, pero no tendría por qué implicar eso (trabajar más contento/a).

En todo caso, cuando nos encontramos en un momento, personal o social, de crisis, somos partícipes con relativa facilidad de determinadas afirmaciones como vivimos ante una crisis de valores, o estamos pasando por una etapa de relativismo moral y acomodación mental. En fin. Quizá cabe recordar que la palabra "crisis" no implica el sentido que parece que más se transmite a través de medios de comunicación (situación de extrema negatividad ante la cual poco podemos hacer l@s ciudadan@s de a pie), sino todo lo contrario: es una época, o un sentimiento necesario que aflora ante determinadas situaciones, ante lo cual cabe meditar y reflexionar para luego actuar y que se produzca el cambio pertinente. Aunque desde luego, esto no implica que tengamos que esperar a que lleguen momentos más difíciles para empezar a cuestionarnos qué es lo que ha estado yendo mal... o lo que es lo mismo, no esperar a que explote la bomba que teníamos delante de nuestras narices para empezar a quejarse por haberla tenido delante, sin haber hecho nada para evitar la explosión.

Lo cierto es que en esta ocasión quisiera poder repetir la interesante conversación que he mantenido con mi amigo José Luis Sánchez... una vez más :-)
En sus propias palabras, cuando nos encontramos en plena borrachera, tendemos a captar la realidad de un modo distorsionado. Claro que es así. Aunque también es verdad que puede existir la tendencia a reaccionar, más que a actuar. O lo que es lo mismo: preferimos curarnos una herida antes que prevenirla. Pero un animal herido no actúa con la coherencia racional que debería: se vuelve peligroso y ataca de manera violenta porque está asustado y el miedo puede paralizar su capacidad de raciocinio.
Si pudiésemos aprovechar esos momentos de estabilidad emocional para aplicar nuestra capacidad de análisis, podríamos llegar a prevenir la aparición de la herida. En cambio, en ese momento preferimos frenar nuestro funcionamiento neuronal. Nos acomodamos a lo fácil, en lugar de continuar buscando retos.

Efectivamente, cuando nuestro estanque de la vida está en calma y el agua aparentemente se halla tranquila, tememos removerla por si el poso del fondo sale a la superficie.
Recuerdo en una ocasión que alguien me dijo que en psicología tenemos la costumbre de recomendar "hablar las cosas no en el momento de la discusión, sino cuando nos encontremos más calmad@s"... pero es que "cuando estoy calmado, no me apetece volver a sacar el tema que sé que nos va a hacer discutir de nuevo". Entonces quizá lo que sí que necesitamos es que se nos anime a PENSAR, a razonar y discurrir cómo llevar a cabo la comunicación para que ésta resulte fructífera, y no llegue al caos. Porque lo cierto es que no cerremos los ojos ante una farola, no va a hacer que evitemos el choque frontal con ella. Más bien, todo lo contrario. La farola va a seguir ahí. Lo mismo que el poso en un estanque.

Cabría entonces intentar buscar la manera de capear el temporal sin que nos llegue a arrollar la corriente, y sin vivir eternamente preocupados por el momento de su llegada. Así que, con permiso de su autor (anteriormente mencionado), me gustaría concluir con su genial descripción de la importancia de aprender a manejar nuestro flujo vital.


Habría al menos tres formas:

1) CORRIENTE ENCRESPADA.- Hace daño. Y acaba arrollándonos por mucho que intentemos luchar para superarla: estamos nadando contracorriente.

2) FLUJO NATURAL.- Refresca y renueva. En ocasiones el agua estará más cristalina y en otras en cambio, el poso del fondo se hace visible y la enturbia... pero también sabemos que es fruto del cauce natural, lo cual hace que se incremente la probabilidad de conseguir de nuevo agua clara y fresca.

3) AGUAS ESTANCADAS.- Se pudren. Si no hay movimiento por temor a que no se remueva el fondo, tarde o temprano, vamos a necesitar depurarlas de algún modo.

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